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Capitulo 5: de las promesas a las firmas

Se necesitaba la “cooperación” y el involucramiento de las partes, requiriéndose un aporte de un mínimo de 643 socios.

¿Cómo sumar tantas personas y familias inversoras al proyecto?

La innovación fue armar un equipo promotor y comercial de veinte personas que fueran los “pioneros”, con la meta individual de convocar a 25 familias cada uno, con el incentivo de ser bonificados en el aporte inicial.

Un esquema de “venta directa” con mutuos beneficios: el pionero “vendía” por U$S 92.500 dólares y recibía una recompensa del 4 % de su “venta”. 

Por supuesto, el asunto tenía varios condimentos adicionales. Cada pionero debía inspirar confianza, explicar claramente, tolerar la incertidumbre, motivar e inspirar a los interesados. Se transformaba en el “vocero natural y cercano” ante sus 25 “contactos”, una función más de contención que de explicación, porque la mayoría de las consultas no tenían respuesta, ni la tendrían en el corto plazo.

El esquema de “difusión y venta” implicaba una agenda de reuniones en casas y en un vagón en la administración del barrio, con presentaciones generales, promesas acotadas y un único mensaje: “Lo hacemos entre todos o no se hace”. 

Algunos pocos demandaban detalles imposibles de responder o pedidos inviables de garantizar.  A quienes tuvieran una mirada escéptica, pesimista o cínica era preferible invitarlos a “no sumarse”. El barco estaba demasiado pesado para soportar a quienes remaran en contra, porque una cosa es proponer y sumar, y otra muy distinta es erigirse en juez y cuestionarlo (casi) todo.

El “trabajo” del pionero incluía la convocatoria a las reuniones, la presencia como signo de su compromiso y apoyo, y el seguimiento al potencial socio hasta la rúbrica del contrato.

Se necesitaba CONFIAR en todo sentido: en las buenas intenciones de los fundadores y los pioneros, en sus valores, su capacidad y el espíritu esencial del proyecto.

El broche final se logró al sumar al BBVA como administrador de los aportes y garante de su preservación.

En tres meses de reuniones y contactos, se alcanzó el objetivo para una primera etapa y al cuarto mes, con el impulso de esas familias, se superaron las 600.

Entusiasmo, vértigo y realidad: la suerte estaba echada.